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Cocinar como ritual de autocuidado: cómo cocinar puede ayudarte a bajar la inflamación

Cocinar como ritual de autocuidado: cómo cocinar puede ayudarte a bajar la inflamación

Es domingo a la tarde y quizás estás sola en casa, o al revés, están todos pero cada uno ocupado en lo suyo. Estás aburrida, pero no querés ver otra serie ni perderte scrolleando en Instagram. De repente se te prende la lamparita: "¿Y si cocino algo?" ¡Sí!

Es domingo a la tarde y quizás estás sola en casa, o al revés, están todos pero cada uno ocupado en lo suyo. Estás aburrida, pero no querés ver otra serie ni perderte scrolleando en Instagram. De repente se te prende la lamparita: "¿Y si cocino algo?" ¡Sí! Te acordás de esos vegetales que compraste y quedaron en la heladera. De la quinoa y el arroz yamaní, y de todas esas recetas que guardaste para hacer algún día. Ok, listo, voy a cocinar. Decidirlo ya te empieza a cambiar el humor.

Toda similitud con hechos reales es pura coincidencia, ¿o no? Sé que a no todo el mundo le gusta cocinar, pero en mi caso, es mi terapia favorita. Me relaja, entretiene y, sobre todo, me conecta con algo intangible que me hace salir del piloto automático. Porque no te voy a negar que durante la semana, muchas veces es cocinar porque hay que comer, pim pam pum y listo. Cero creatividad.

Cuando cocinamos con presencia, activamos todos los sentidos. El olor de las especias, el color de las verduras frescas, el sonido del cuchillo sobre la tabla, el calor del vapor. Todo nos invita a volver al aquí y ahora. Desde la mirada integrativa del bienestar y la salud, sabemos que el sistema digestivo no solo procesa alimentos, también procesa emociones. Es por eso que cuando comemos apuradas, pensando en lo que tenemos que hacer o enojadas por algo que pasó, la comida nos cae pésimo. Cocinar con conciencia nos ayuda a calmar el sistema nervioso, mejorar la digestión, bajar el cortisol y, la consecuencia que sigue: bajar la inflamación.

Por eso, te propongo que hoy mires tu cocina con otros ojos: como un espacio de reconexión, un acto de amor a vos misma. Acá te dejo algunos tips que yo aplico y que transforman el acto de cocinar en un espacio de autocuidado:

  1. Prepará el espacio: una cocina desordenada y caótica hace cualquier cosa, menos inspirarte. Ordená la mesada, prendé una velita, servite algo rico para tomar, poné música que te guste. No por obligación, sino porque es más lindo y todo forma parte de la experiencia.
  2. Elegí los ingredientes que vas a usar: si vas a seguir una receta, disponé todo sobre la mesada; si no sabés qué preparar, animate a inventar, probar nuevas combinaciones de sabores, un condimento que no usás nunca.
  3. Cociná sin la distracción del teléfono: enfocate 100% en lo que estás haciendo, en cómo cortás la zanahoria en cubitos, en el aroma del ajo y el jengibre en la sartén. Esto también es una forma de meditación activa, es atención plena.
  4. Este punto en especial es el que más me gusta. Pensá en cuánto vas a disfrutar lo que estás cocinando, ya sea para vos o tu familia. Pensá con cuánto amor lo estás haciendo, agradecé qué afortunada sos de poder disponer de alimentos deliciosos y la capacidad de poder prepararlos vos misma. ¿No te parece que la comida te va a caer mucho mejor si la preparás con esta energía?
  5. Y algo que te vas a agradecer después: aprovechá y cociná de más, no importa que no sepas cuándo lo vas a comer. Lo freezás y tenés resuelta una comida en un momento de apuro.

Para mí, cocinar es sabor, aroma, belleza, disfrute, placer...  amor, por mí misma y mi cuerpo. No importa si vivís sola, con tu familia, si trabajás 10 horas. Aunque sea una vez por semana, tratá de hacerte ese espacio en tu cocina, aunque el tiempo te dé solo para hacer un budín. No porque "tengas" que hacerlo, sino porque es otra forma de cuidar tu cuerpo y darte amor.

Es domingo a la tarde y quizás estás sola en casa, o al revés, están todos pero cada uno ocupado en lo suyo. Estás aburrida, pero no querés ver otra serie ni perderte scrolleando en Instagram. De repente se te prende la lamparita: "¿Y si cocino algo?" ¡Sí!

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